lunes, 27 de enero de 2014

LA COLA DEL DRAGON



          Las risas y el escándalo inundaban la pocilga, donde en una mesa de centro mostraba el escenario de vasos de licor, varios surcos de polvo blanco, lineazos, que desordenados manchaban el antebrazo del  sujeto que se agachaba con un tubo en la nariz para hacer una inspiración de la droga. Las dos chicas presentes alardeaban con sendas copas en mano, mientas el otro chavo la besuqueaba en un ir y venir de las al cuello, introducía su mano dentro del sostén.
          Una .45 plateada, relumbraban en la orilla del mueble, de la mano de una de las asistentes quien rezongaba a carcajadas, una de las botellas había caído al suelo, derramando el poco liquido que le quedaba. Uno de ellos arrebato el arma a la chica, se acercó hasta la puerta, sacó de la bolsa trasera de su pantalón un fajo de dólares, hizo como que los contaba y volvió a colocarlos en su bolso.
--¡Que ya dije que nos vamos….!---
          Un tanto tambaleante sus compañeros, entre trastravío y apoyándose, salieron de la habitación a empujones.
          Se había hecho tarde, la penumbra había caído en los estrechos callejones que los llevaba de la colonia al centro de la ciudad. Un vehículo de reciente modelo, japonés de color corinto, inició el remate de una salida vistosa de rechinar llantas y levantar vapor en su agitada salida. La esquina no fue tan estrecha para hacer el doblez para evitar el colazo del auto que se llevó a su paso un tonel de basura colocada en acera, la aceleración se abrió paso ante el vaho despedido por las alcantarilla, en la aceleración del potente motor.
La noche había caído y a pesar del que había luna llena, un leve frío, se manifestaba en los alrededores, al llegar hasta el cruce de una carretera de balastrada, se cimbró el carro después de un frenazo, pasando por encima de los rieles, que llegaban hasta el edificio de la estación ferroviaria que había sido abandonada tiempo atrás., continuaron por el camino estrecho extravío que llevaba hacia la carretera. Una vez después subir una pequeña cuesta  al final de una curva, los faroles de otro carro, se enfocaron las luces altas sobre el vidrio delantero, lo que hizo que perdieran la visión, descontrolándose. El auto se encaramó en el paredón detrás de la cuneta y se arrastró en dos llantas, hasta quedar con el techo junto al suelo.
          Acto seguido una lluvia de balas se dejó escuchar en el ambiente, donde varios sujetos con AK-47, se daban a la tarea de rociar indiscriminadamente. El hombre que conducía había logrado salir por la puerta cuyo vidrio se había hecho añicos, pero no había alcanzado a escapar y junto a la cuneta había sido alcanzado con tres certeros plomazos en la espalda, una de las mujeres, logró escabullirse abriendo su portezuela, pero había perdido el sentido por el profuso golpe en la cabeza, allí fue alcanzada y rematada a mansalva.
Uno de los sicarios, penetró al carro y tomando del pelo a la otra joven, la arrastro hasta el centro de la vereda y le acertó un proyectil en la cabeza como dándole el tiro de gracias.
          El último de los tripulantes había quedado entre los hierros retorcidos, se acercaron hacia él y le despidieron con dos disparos, dejándole atrapado dentro de la cabina. Uno de los cuales rebotó en el lateral de la butaca y se desvió fuera del cuerpo, mientras el otro le quemó la parte externa del cuello abriéndole una herida.
          El encendido de dos motocicletas, con grandes aceleraciones en señal de triunfo le dio paso al fin de la historia cuando después de una enorme polvareda huyeron a toda velocidad los asesinos.  
          El rezongar vespertino de las sirenas, que se abrieron paso en las derruidas calles del poblado, trastrabillando entre las empedradas veredas que los llevan entre los agujeros de la terracería, hasta el pequeño hospital comarcal mas cercano, jineteando bulliciosa en una serie de saltos que hacen que los enfermeros se sacudan por los aires en la exhalación de la velocidad del viejo y vetusto vehículo, que resbala y se empalaga con el polvo que levantan sus neumáticos. El enfermo no se diga, prendido de una tripa en el brazo, se agarra de las barandas para evitar sufrir los embates del movimiento, ya no sabe si es el dolor mas fuerte es el de la enfermedad o del traslado. Sus quejas se hacen vanas en medio del ruidoso estruendo del motor de la ambulancia.
          En un chillido de las llantas que medio se levantan, con dos al aire, en la curva de ingreso al tramo de carretera con asfalto, después de un zigzagueo, endereza su carrocería, mientras su caminar se vuelve mas fluido.  Ha dejado atrás una estela de sangre y de muerte, que huele a buitres en presencia de carroña. Mientras el único sobreviviente, pende de un tubo  del oxígeno y la instilación de un suero.
          El trance tiene su escala en el pequeño hospital, donde una camilla le hace el ingreso al pequeño salón que se rotula como Emergencias. El galeno y un grupo de asistentes enfermeras le hacen procedimientos, en búsqueda de las heridas como causa mas importante de su padecimiento. La respiración es pausada y ruda, el estado de conciencia vuela por los alrededores y los cántaros de líquido se encharcan en sus alrededores. La mano salvadora de alguien se usa de torniquete para obstruir la salida de la sangre, que proviene del cuello, el sobón de una de las balas que no había penetrado le daba una salida importante de sangre, pero no extrema al efectuarle presión, mientras la vena poco a poco se colapsaba después de lograr un pinzamiento externo.
          El soplido del esfingomanómetro infla el antebrazo, y luego se reduce:
--- La presión continúa baja --- alguien grita.
---Un par de unidades de sangre, STAT.--- replica el galeno
Alguien corre hasta el laboratorio con un tubo de muestra de sangre.
--- Grupo y Rh, al instante. Y un par de transfusiones según su tipo.---
El alboroto que se hizo en la Emergencia continuó, mientras en un decir amén fue trasladado a la sala de operaciones, para su posterior procedimiento.


Largas horas se experimentaron en este trance, mientras los miembros de la policía y familiares hurgaban por penetrar hasta donde se encontraba el herido, que se debatía entre la vida y la muerte. La estampa de un tatuaje pinta la espalda del herido con la figura de un dragón.
          En un instante se hicieron presentes los miembros de la prensa, con libretas y cámaras fotográficas, para no dejar escapar el amarillismo de la noticia. Entrevistadores y camarógrafos  se hacena paso para lograr las mejores tomas del agraviado.

          En el sitio un grupo de sujetos de negro con enormes letras M P en su espalda recogen como escarabajos, las llamadas evidencias, delimitados por las cintas amarillas de no traspasar. Un vehículo de color corinto volcado mas adelante con las puertas desprendidas y toda la vidriería rota o perforada por impactos de bala, humea del motor, las manchas de aceite se esparcen por el camino junto a los restos de vidrio que hechas trocitos se alargan en cinco metros de distancia donde las marcas de hule quemado muestran el destino del carro donde los apaga fuegos extrajeron a la única victima que mostraba señas de vida. En las vecindades que rodean el espacio permanecen otras tres víctimas que yacen inertes en el vacío de una cuneta y los matorrales. Dos mujeres, una de ellas cuyo cuerpo permanecen boca abajo, sobre su costado izquierdeen una poza de material sanguíneo. El pelo lacio que se le enreda junto al rostro, a pesar de los raspones su rostro se encuentra artísticamente maquillado, las cejas, los párpados y aun los labios, cuatro aros metálicos le cuelgan de la oreja, manchados de gotas de sangre y restos de grama.
          Porta una blusa semi transparente, que se encuentra desgarrada, color celeste, muestra dentro de los raigones un sostén de hilo delgado de guía transparente. Al final de su espalda, cuya piel morena clara se enseña la cintura, con un pantalón jeans bastante debajo de las caderas lo que deja ver un bikini que hace juego con la ropa interior superior, el pantalón está arremangado a media pantorrilla en una de sus piernas, donde las filas de hormigas hacen romería hacia su interior, las moscas ya presienten la mortalidad de la víctima. Con ausencia de uno de los zapatos, el aún presente es de tacón súper alto, con alguna cinta rota, se baña de lodo y algunas tintes de sangre, pero permanece atado al pie de la fémina. Las perforaciones bala se mostraron tanto en la cabeza como arriba de la cintura
          La otra dama, se encuentra semi desnuda mostrando la protuberancia de sus senos, donde unas mancha de sangre ya secas, dejaron el camino al  recorrido de arriba abajo desde el pecho, para fenecer abajo del ombligo y demarcado por un cinturón de cuero, que sostiene el pantalón. La prenda es blanca y se encuentra rota de uno de los costados, que discretamente deja ver la desgarrada la orilla de la ropa interior del mismo color. El pantalón apretado, claro que se ve observa manchado de color rojizo líquido, que se confunde con las manchas verdes de hierba, donde un proyectil de arma de fuego había hecho impacto sobre una de sus piernas y el polvo de lo arrastrada sobre la tierra. La cabeza reflejaba un golpe, cubierta tierra y sangre  que no deja ver las características de sus facciones. Portaba un collar de fantasía y un pañuelo de sedalina alrededor de su cuello. El agujero de una bala le marcaba la cien derecha como quien le había dado el paso con un tiro de gracia.
          Una chumpa de cuero, con las mangas arremangadas tirada hacia el cerco del terreno baldío que colinda con el sitio del percance. Un joven de tez morena, con el brazo estirado, como quien busca escapar del lugar, en la mano empuñada contiene un dije, una esvástica aplomada, incrustada entre los dedos. La camisa también fue rasgada y deja ver en una playera, tres agujeros a quema ropa, que se asoman reflejando su sentencia su muerte. Porta un jeans color negro y botas tipo tejano con ribetes metálicos, con sendas espuelas que complementan su vestimenta.
          Un grupo de curiosos se hace presente y se cuecen toda clase de comentarios al respecto del incidente. Uno de los parroquianos levanta la mano como señalando la vía por donde los asesinos huyeron.
---Eran unos tipos que viajaban en dos motos --- afirmó uno de los presentes.--- Llevaban cascos, todavía los logre divisar antes de agarrar de la curva hacia abajo.---
---Uno de ellos todavía se detuvo para darle unos  plomazos al muchacho y a la joven del pants blanco, que habían logrado salir vivo del trancazo.---
          El tiempo a pasado, la recuperación del joven es evidente, en una silla de ruedas y con varios vendajes sobre todo en el cuello, un brazo enyesado del hombro a la mano, es llevado hasta las gradas del nosocomio, donde los familiares le esperan para transportarlo a su casa, antes de entrar al vehiculo que lo trasporta se le cae la bata hospitalaria que le cubre la espalda, donde muestra un tatuaje de un dragón cuya cola se encuentra cercenada por las suturas efectuadas en su cuello.