Las
risas y el escándalo inundaban la pocilga, donde en una mesa de centro mostraba
el escenario de vasos de licor, varios surcos de polvo blanco, lineazos, que
desordenados manchaban el antebrazo del
sujeto que se agachaba con un tubo en la nariz para hacer una
inspiración de la droga. Las dos chicas presentes alardeaban con sendas copas
en mano, mientas el otro chavo la besuqueaba en un ir y venir de las al cuello,
introducía su mano dentro del sostén.
Una
.45 plateada, relumbraban en la orilla del mueble, de la mano de una de las
asistentes quien rezongaba a carcajadas, una de las botellas había caído al
suelo, derramando el poco liquido que le quedaba. Uno de ellos arrebato el arma
a la chica, se acercó hasta la puerta, sacó de la bolsa trasera de su pantalón
un fajo de dólares, hizo como que los contaba y volvió a colocarlos en su
bolso.
--¡Que ya dije que nos vamos….!---
Un
tanto tambaleante sus compañeros, entre trastravío y apoyándose, salieron de la
habitación a empujones.
Se
había hecho tarde, la penumbra había caído en los estrechos callejones que los
llevaba de la colonia al centro de la ciudad. Un vehículo de reciente modelo,
japonés de color corinto, inició el remate de una salida vistosa de rechinar
llantas y levantar vapor en su agitada salida. La esquina no fue tan estrecha
para hacer el doblez para evitar el colazo del auto que se llevó a su paso un
tonel de basura colocada en acera, la aceleración se abrió paso ante el vaho
despedido por las alcantarilla, en la aceleración del potente motor.
La noche había caído y a pesar del
que había luna llena, un leve frío, se manifestaba en los alrededores, al
llegar hasta el cruce de una carretera de balastrada, se cimbró el carro
después de un frenazo, pasando por encima de los rieles, que llegaban hasta el
edificio de la estación ferroviaria que había sido abandonada tiempo atrás.,
continuaron por el camino estrecho extravío que llevaba hacia la carretera. Una
vez después subir una pequeña cuesta al
final de una curva, los faroles de otro carro, se enfocaron las luces altas
sobre el vidrio delantero, lo que hizo que perdieran la visión,
descontrolándose. El auto se encaramó en el paredón detrás de la cuneta y se
arrastró en dos llantas, hasta quedar con el techo junto al suelo.
Acto
seguido una lluvia de balas se dejó escuchar en el ambiente, donde varios
sujetos con AK-47, se daban a la tarea de rociar indiscriminadamente. El hombre
que conducía había logrado salir por la puerta cuyo vidrio se había hecho
añicos, pero no había alcanzado a escapar y junto a la cuneta había sido
alcanzado con tres certeros plomazos en la espalda, una de las mujeres, logró
escabullirse abriendo su portezuela, pero había perdido el sentido por el
profuso golpe en la cabeza, allí fue alcanzada y rematada a mansalva.
Uno de los sicarios, penetró al
carro y tomando del pelo a la otra joven, la arrastro hasta el centro de la
vereda y le acertó un proyectil en la cabeza como dándole el tiro de gracias.
El
último de los tripulantes había quedado entre los hierros retorcidos, se
acercaron hacia él y le despidieron con dos disparos, dejándole atrapado dentro
de la cabina. Uno de los cuales rebotó en el lateral de la butaca y se desvió
fuera del cuerpo, mientras el otro le quemó la parte externa del cuello
abriéndole una herida.
El
encendido de dos motocicletas, con grandes aceleraciones en señal de triunfo le
dio paso al fin de la historia cuando después de una enorme polvareda huyeron a
toda velocidad los asesinos.
El
rezongar vespertino de las sirenas, que se abrieron paso en las derruidas
calles del poblado, trastrabillando entre las empedradas veredas que los llevan
entre los agujeros de la terracería, hasta el pequeño hospital comarcal mas
cercano, jineteando bulliciosa en una serie de saltos que hacen que los
enfermeros se sacudan por los aires en la exhalación de la velocidad del viejo
y vetusto vehículo, que resbala y se empalaga con el polvo que levantan sus
neumáticos. El enfermo no se diga, prendido de una tripa en el brazo, se agarra
de las barandas para evitar sufrir los embates del movimiento, ya no sabe si es
el dolor mas fuerte es el de la enfermedad o del traslado. Sus quejas se hacen
vanas en medio del ruidoso estruendo del motor de la ambulancia.
En
un chillido de las llantas que medio se levantan, con dos al aire, en la curva
de ingreso al tramo de carretera con asfalto, después de un zigzagueo, endereza
su carrocería, mientras su caminar se vuelve mas fluido. Ha dejado atrás una estela de sangre y de
muerte, que huele a buitres en presencia de carroña. Mientras el único
sobreviviente, pende de un tubo del
oxígeno y la instilación de un suero.
El
trance tiene su escala en el pequeño hospital, donde una camilla le hace el
ingreso al pequeño salón que se rotula como Emergencias. El galeno y un grupo
de asistentes enfermeras le hacen procedimientos, en búsqueda de las heridas
como causa mas importante de su padecimiento. La respiración es pausada y ruda,
el estado de conciencia vuela por los alrededores y los cántaros de líquido se
encharcan en sus alrededores. La mano salvadora de alguien se usa de torniquete
para obstruir la salida de la sangre, que proviene del cuello, el sobón de una
de las balas que no había penetrado le daba una salida importante de sangre,
pero no extrema al efectuarle presión, mientras la vena poco a poco se colapsaba
después de lograr un pinzamiento externo.
El
soplido del esfingomanómetro infla el antebrazo, y luego se reduce:
--- La presión continúa baja ---
alguien grita.
---Un par de unidades de sangre,
STAT.--- replica el galeno
Alguien corre hasta el laboratorio
con un tubo de muestra de sangre.
--- Grupo y Rh, al instante. Y un
par de transfusiones según su tipo.---
El alboroto que se hizo en la Emergencia continuó,
mientras en un decir amén fue trasladado a la sala de operaciones, para su
posterior procedimiento.
Largas horas se experimentaron en
este trance, mientras los miembros de la policía y familiares hurgaban por
penetrar hasta donde se encontraba el herido, que se debatía entre la vida y la
muerte. La estampa de un tatuaje pinta la espalda del herido con la figura de un
dragón.
En
un instante se hicieron presentes los miembros de la prensa, con libretas y
cámaras fotográficas, para no dejar escapar el amarillismo de la noticia.
Entrevistadores y camarógrafos se hacena
paso para lograr las mejores tomas del agraviado.
En
el sitio un grupo de sujetos de negro con enormes letras M P en su espalda
recogen como escarabajos, las llamadas evidencias, delimitados por las cintas
amarillas de no traspasar. Un vehículo de color corinto volcado mas adelante
con las puertas desprendidas y toda la vidriería rota o perforada por impactos
de bala, humea del motor, las manchas de aceite se esparcen por el camino junto
a los restos de vidrio que hechas trocitos se alargan en cinco metros de
distancia donde las marcas de hule quemado muestran el destino del carro donde
los apaga fuegos extrajeron a la única victima que mostraba señas de vida. En
las vecindades que rodean el espacio permanecen otras tres víctimas que yacen
inertes en el vacío de una cuneta y los matorrales. Dos mujeres, una de ellas cuyo
cuerpo permanecen boca abajo, sobre su costado izquierdeen una poza de material
sanguíneo. El pelo lacio que se le enreda junto al rostro, a pesar de los
raspones su rostro se encuentra artísticamente maquillado, las cejas, los
párpados y aun los labios, cuatro aros metálicos le cuelgan de la oreja,
manchados de gotas de sangre y restos de grama.
Porta
una blusa semi transparente, que se encuentra desgarrada, color celeste,
muestra dentro de los raigones un sostén de hilo delgado de guía transparente.
Al final de su espalda, cuya piel morena clara se enseña la cintura, con un pantalón
jeans bastante debajo de las caderas lo que deja ver un bikini que hace juego con
la ropa interior superior, el pantalón está arremangado a media pantorrilla en
una de sus piernas, donde las filas de hormigas hacen romería hacia su
interior, las moscas ya presienten la mortalidad de la víctima. Con ausencia de
uno de los zapatos, el aún presente es de tacón súper alto, con alguna cinta
rota, se baña de lodo y algunas tintes de sangre, pero permanece atado al pie
de la fémina. Las perforaciones bala se mostraron tanto en la cabeza como
arriba de la cintura
La
otra dama, se encuentra semi desnuda mostrando la protuberancia de sus senos,
donde unas mancha de sangre ya secas, dejaron el camino al recorrido de arriba abajo desde el pecho, para
fenecer abajo del ombligo y demarcado por un cinturón de cuero, que sostiene el
pantalón. La prenda es blanca y se encuentra rota de uno de los costados, que
discretamente deja ver la desgarrada la orilla de la ropa interior del mismo
color. El pantalón apretado, claro que se ve observa manchado de color rojizo
líquido, que se confunde con las manchas verdes de hierba, donde un proyectil
de arma de fuego había hecho impacto sobre una de sus piernas y el polvo de lo
arrastrada sobre la tierra. La cabeza reflejaba un golpe, cubierta tierra y
sangre que no deja ver las
características de sus facciones. Portaba un collar de fantasía y un pañuelo de
sedalina alrededor de su cuello. El agujero de una bala le marcaba la cien
derecha como quien le había dado el paso con un tiro de gracia.
Una
chumpa de cuero, con las mangas arremangadas tirada hacia el cerco del terreno baldío
que colinda con el sitio del percance. Un joven de tez morena, con el brazo
estirado, como quien busca escapar del lugar, en la mano empuñada contiene un
dije, una esvástica aplomada, incrustada entre los dedos. La camisa también fue
rasgada y deja ver en una playera, tres agujeros a quema ropa, que se asoman
reflejando su sentencia su muerte. Porta un jeans color negro y botas tipo
tejano con ribetes metálicos, con sendas espuelas que complementan su
vestimenta.
Un
grupo de curiosos se hace presente y se cuecen toda clase de comentarios al
respecto del incidente. Uno de los parroquianos levanta la mano como señalando
la vía por donde los asesinos huyeron.
---Eran unos tipos que viajaban en
dos motos --- afirmó uno de los presentes.--- Llevaban cascos, todavía los
logre divisar antes de agarrar de la curva hacia abajo.---
---Uno de ellos todavía se detuvo
para darle unos plomazos al muchacho y a
la joven del pants blanco, que habían logrado salir vivo del trancazo.---
El
tiempo a pasado, la recuperación del joven es evidente, en una silla de ruedas
y con varios vendajes sobre todo en el cuello, un brazo enyesado del hombro a
la mano, es llevado hasta las gradas del nosocomio, donde los familiares le
esperan para transportarlo a su casa, antes de entrar al vehiculo que lo
trasporta se le cae la bata hospitalaria que le cubre la espalda, donde muestra
un tatuaje de un dragón cuya cola se encuentra cercenada por las suturas
efectuadas en su cuello.