martes, 27 de mayo de 2014

EL AVIONCITO DE PAPEL



           Husmeaba entre un fajo de cuadernos algo con lo cual pudiese entretenerme, me encaramé sobre una silla para alcanzar los libros viejos puestos de canto en la librería de la biblioteca de la casa. Estirando mi brazo halé uno de los volúmenes medianamente gruesos, lo que hizo que la percha completa se me viniera encima, haciéndome ir a dar hasta el suelo en un solo porrazo.
          Sacudiéndome el polvo y un tanto asustado me quedé un rato sentado, mientras recuperaba la compostura del accidente. Uno de los libro había caído a mi diestra y pronto me llamó la atención, contenía un cromo de un de esos aviones de dos hélices, que figuraban en la aviación comercial de años antes que se utilizaban en esos tiempos para recorrer grandes distancias y sobre los océanos...
          Rápidamente me puse activo con una idea, tomé una hoja grande de papel, la que alisé con mis manos para dejarla bien planchada, le hice varios dobleces, primero a lo largo y por mitad, cada uno de los lados le doble hacia los lados  y en la punta un nuevo quiebre después de haber dejado formadas las alas.  Estilizado y con un doblez mas en la aguda punta, que le dio el peso requerido para poderlo guiar, finalice entonces la elaboración de mi aeroplano
--- Chilero mi avioncito --- pensé.
          Ahora era de lanzarlo al espacio y hacerlo volar. Mi primer intento y el juguete dio dos vueltas y se fue a encallar en una de las esquinas del cuarto, quizás no estaba completamente aerodinámico, le repase los dobleces y busque la manera de las alas estuviesen del mismo tamaño y equidistantes, le compuse la punta que la doble hacia atrás con un tanto de mayor presión.
          Allí va el segundo intento, con la mayor fuerza que mi  brazo podía producir lo lancé dirigido al cielo, el artefacto subió, dio una vuelta circular colocándose de cabeza y luego planeo en su descenso hasta caer sobre el escritorio.
          Me sentía feliz, saltaba de la alegría con los brazos en alto, era el mago de la ingeniería aérea. Con mis plumas de colores decore en ambos lados a mi avión, pintándole en la parte posterior las marcas y escudos de los aeroplanos de guerra.
          Entre todos mis invento, era el mas apetecido,  corrí hasta la terraza de la casa, con mi juguete en mano. El azul del cielo me inspiraba y junto a un cúmulo de nubes que retozaban alegremente me perdí en el espacio, hice varios lanzamientos acompasado con el viento vi entonces desaparecer en los aires, mi avión, mientras mis pensamientos se hicieron historietas en el pensamiento, alucinando una sin fin de cosas, veía las imágenes,entonces de una piñata, que era sacudida con el palo de una escoba y de su interior brotaban explosivamente cientos de confetis, dulces de paleta, anicillos y chocolates multicolor que llovían en todo el rededor. Mas allá los cúmulos en forma de ovejas que balaban alegremente mientras saltaban de un cerco para escapar en los solariegos campos de pastar, el viento las disipaba y luego se envolvían para transformarse en trozos de pastel que se desboronaban en turrones que salpicado en pringas de canela se derretían con el paso de los vientos.
          Un viaje mas se hacía prudente mientras las palomas que osaban pasar curiosas se posaban en los tejados vecinos para ver las peripecias del papel doblado, las cúpulas en forma de paraguas que brincaban lentamente por el espacio se transformaban en cántaros con boca de pichel como quien vierte liquido sobre un tazón de asa ancha, estilizado formando mágicamente la cabeza de un perro que ladraba a las alturas.
          El sol, solito abre un espacio entre las nubes, como quien deja un ojo para que alumbre solo un pedazo de tierra, en vigilia de los sucesos y el paso del avioncito de papel, que se da de volteretas antes de caer suavemente junto a mi, el viento lo arrastra mas allá, como que quisiera levantarse a volar por si solo.
          Lo tomo nuevamente entre mis manos y haciendo mi mejor esfuerzo lo lanzo en contra del viento para ver su reacción, después de un coletazo se eleva verticalmente, las pacientes formaciones de algodón que se aglomeran juiciosa para formar un enorme elefante cuyo moco se estira cuan largo para saborear una cornucopia, cuyo cono se invierte sin perder la bola de helado blanco como de nieve. La cola del paquidermo se entorcha para halar una campana cuyo badajo se golpetea con las otras nubes que se arrastran como instrumentos musicales, un arpa celestial que desprende de sus hilos las notas de una sinfonía de ángeles. La chimenea de la máquina del ferrocarril que se entierra en un agujero mientras exhala el chorro de vapor dentro de su transitar.
          Plácidamente me deje caer de espaldas para continuar viendo el magno espectáculo que me presentaban las nubes de algodón, mi creatividad me hacía observar miles de figuras entrecruzarse en mi memoria y cientos de milagros que se bordaban de recuerdos y con las aventuras que de niño me afloraban a los recuerdos. Vi varias veces obstruida mi mirada con el paso del artefacto de papel que había fabricado, que me parecía la máquina perfecta para los viajes en el espacio junto a las fábulas de mis pensamientos, las oleadas cálidas le hacían recorrer por todo el patio mis ilusiones, que daban al traste cuando caían estrepitosamente sobre el piso. Me levantaba presuroso y volvía a lanzarlo con toda prestancia, las volteretas me presuponían las grandes proezas de los magníficos pilotos que alguna vez había visto en las celebraciones, el avión pasaba de derecha a izquierda y se convertía en el volatín de los aires.
          En algún momento le dejé de ver, sus alcances fueron mas allá de la baranda de la terraza y luego le vi desplomarce en franca caída libre hasta el pavimento de la calle.
--- Mi avión ! --- grite tratando de hacer el intento de no perderlo de vista.---
          Corrí a toda prisa descendí las gradas del segundo nivel y casi con la lengua de fuera abrí el portón de la casa, salí a la acera y allí lo vi…
          Era otra vez una hoja de papel planchado, un automóvil le había dejado la marca de los neumáticos en su cuerpo y había acabado con mi aeroplano.
          Bueno me dije, tomé de nuevo la hoja, la puse en el suelo y con mis manos la estire y la aplané, con toda paciencia reconstruí sus dobleces a como eran de principio y a pesar de que había quedado mal trecho del apachón, allí tenía de nuevo mi juguete. Y pronto volví a mi sueño de lanzarlo una vez mas… Ja, ja, ja… 
     

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